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Guía para sobrevivir a naufragios

"No pienso trabajar ni una hora extra más no retribuida"

Dije dejando que mi furia contenida se dibujase en forma de palabras. Había tardado meses en formular dicha frase, meses de ceder mi tiempo libre, de comer a deshoras, de cerrar la oficina con la rabia carcomiéndome en silencio. Había tardado meses en aunar el enfado suficiente como para alzar la voz y dejarme oír. Tal vez fuese algo cierto que a veces no sabía hacerme valer y eso quería cambiarlo y, la única forma de demostrar el movimiento es andando." Él se quedó como si le hubiese arrojado una losa que lo sepultase. Touché :-) Aunque instantes más tarde alzó la voz, la alzó tanto que insonorizó mis propias palabras, lanzó palabras y reproches cual dardos envenenados, sentencias sin fundamento pero airadas, consecuencua directa de mis palabras: se había acabado salir pronto de la oficina porque la nueva me hace el trabajo, debía de lamentar. Mi frustración era tan grande que ni una salpicadura de esa escoria que salía de su boca podía afectarme. Yo no aspiraba a nada, sabía que tenía una licenciatura  que dinero y esfuerzo me costó, tonta no lo era y el trabajo no me amedrentaba; quería hacerme valer, de una vez por todas, hacerme oír, de una vez por todas, valorarme yo misma... De una vez por todas. Al fin y al cabo, cobrando apenas trescientos euros al mes era el único resquicio de dignidad que me quedaba, blandir las palabras.

Ha nacido una heroína: ZATE FOR PRESIDENT.

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