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Guía para sobrevivir a naufragios

Divagaciones emocionales varias..

Ayer fui a ver a Miguel. Había un grupo regional cantando boleros en los jardines. La portavoz preguntó si había alguna Juan o Juana entre el público, tampoco importa por qué, pero él se volvió lágrima. Cuando quise abrazarlo, hecho todo él de salitre, me di cuenta de que estaba empapada en llanto. No te acostumbras a las lágrimas, ni a las ausencias, tan siquiera al olvido, a  ese que no llega y que esperas con la persistencia del recuerdo eterno.

Nos has partido el alma al marcharte... Juana, Juanita.  

Pienso en tu lápida negra del cementerio, tan fría, que todas las cosas que has sido y hemos vivido no me caben en tan poco espacio. No me cabes en mi olvido, ese cajón chiquito de las imperfecciones.

¿Dónde has ido?

HOY...

Una parte de mí también hace fiesta.

I Guerra Laboral

Buscando la paz interior había empezado la guerra en el trabajo.

Capítulo de las hostilidades:

de cómo la prepotencia y arrogancia de mis superiores me hace pagar el reivindicar mis derechos.

"No pienso trabajar ni una hora extra más no retribuida"

Dije dejando que mi furia contenida se dibujase en forma de palabras. Había tardado meses en formular dicha frase, meses de ceder mi tiempo libre, de comer a deshoras, de cerrar la oficina con la rabia carcomiéndome en silencio. Había tardado meses en aunar el enfado suficiente como para alzar la voz y dejarme oír. Tal vez fuese algo cierto que a veces no sabía hacerme valer y eso quería cambiarlo y, la única forma de demostrar el movimiento es andando." Él se quedó como si le hubiese arrojado una losa que lo sepultase. Touché :-) Aunque instantes más tarde alzó la voz, la alzó tanto que insonorizó mis propias palabras, lanzó palabras y reproches cual dardos envenenados, sentencias sin fundamento pero airadas, consecuencua directa de mis palabras: se había acabado salir pronto de la oficina porque la nueva me hace el trabajo, debía de lamentar. Mi frustración era tan grande que ni una salpicadura de esa escoria que salía de su boca podía afectarme. Yo no aspiraba a nada, sabía que tenía una licenciatura  que dinero y esfuerzo me costó, tonta no lo era y el trabajo no me amedrentaba; quería hacerme valer, de una vez por todas, hacerme oír, de una vez por todas, valorarme yo misma... De una vez por todas. Al fin y al cabo, cobrando apenas trescientos euros al mes era el único resquicio de dignidad que me quedaba, blandir las palabras.

Ha nacido una heroína: ZATE FOR PRESIDENT.

Planes para el fin de semana...

- Dormir, dormir mucho. Dormir tanto que los ojos se me queden pegados. Dormir, aunque antes, vencer al insomnio y a mi quisquilloso reloj psíquico que me obliga a madrugar los 365 del año.

- Estudiar, empezar a hacerlo, pero antes despejar mi escritorio de papeles y recuerdos de un verano que se esfuma con la misma rapidez y expectación que los fuegos artificiales que tanto me fascinan.

- Depilarme... Ui, eso es muy doloroso, mejor no decirlo. Las cosas sin premeditación son menos angulosas.

- Salir de casa a cenar, a pasear, al cine, a la playa... Salir, salir corriendo, si es necesario, pero salir, dónde sea, a poder ser no sola, pero abandonar esta cárcel de pétalos y espinas, aunque sea por unos instantes.

- Reencontrarme con los demás y conmigo misma.

Y a la suma empezar, que es lo principal, empezar por el principio y no invertirlo y acogerme al final.

Sí, va a ser un fin de semana de mucha pereza.

Intenté poner un contador de visitas pero mi ineptitud informática ha reducido mi intento a una cosa espantosa. De todos modos yo soy la única que conoce la existencia de este cutre-blog. Si alguna vez alguien más lo visita que me lo haga saber y me comprometo a enviarle un regalo :-)

Esto sí que es un verdadero naufragio.

Hoy el ordenador funciona a trompicones y en vez de cabeza parece que esta mañana me he colocado por error una olla a presión. Nueva noche de apenas tres horitas de descanso. Y ahora estos ojos ardorosos no dejan de interrogarme sobre ese bendito momento en el que puedan (o más bien podamos, todos los miembros de este cuerpecito) celebrar nuestra ansiada siesta.

Mi chute vitamínimo hoy sirve de poco, con lo cual le arrebato su cualificativo de milagrosas a esas sustancias no nocivas y por su contra beneficiosas llamadas vitaminas.

En el frente todo en orden, y por lo demás, la fantástica noticia es que por fin es viernes, aunque la parte negativa es que el lunes regresa mi jefe de vacaciones y se acabó el hacer las cosas a mi ritmo. Agosto ha volado tan rápido que ni ha dejado estela.  

Como novedad decir que últimamente parezco ser víctima del destino. Las señales me están hablando y no sé si escucharlas o si es que estoy perdiendo el poco juicio que me quedaba.

Que tengáis una buena mañana.

Aviso a navegantes...

Por si alguien no lo sabe el gínseng es genial. Por algo lo utilizan en oriente hace siglos, pensé cuando decidí aventurarme. No me arrepiento de nada, en serio, te devuelve la vitalidad y las ganas de todo. Lo recomiendo encarecidamente desde mi humilde experiencia; y es del rojo, mejor que mejor. Bueno, ¿qué más da?, a veces tengo la sensación de que nadie lee esto y lo escribo para mí misma, pero ahí va mi guiño a la complicidad: es genial, de veras ;-)

Será cuestión de opiniones pero la canción "dulce locura" de "La oreja de Van Gogh", dentro de su último álbum "guapa" a mí logra acariciarme el alma

El dóverman de mi hermana me atacaba...
Ella sacó la escopeta y me disparó para que no sufriera.

¿Alguien sabe desatar gargantas?

Hoy me he dado cuenta de que el hombre de mi vida no es compatible con la función "pañuelo de lágrimas", se acaban de romper todas mis tablas de salvación. He comprendido que en ocasiones tenemos que resignarnos a que las personas copen una única categoría en nuestras vidas. Es mejor no complicar más las cosas. Sólo que duele, eso es inevitable. Y el nudo de mi garganta se hace cada vez más grande, ahora ya está implicando a mis entrañas. Y qué hacer, además de nada, porque la nada siempre es un recurso, aunque poco viable.

Hoy me he dado cuenta de muchas cosas que se resumen en una sola: tragarme las lágrimas, que ya están empezando a abnegar mis adentros, no porque me ahogue fácilmente (que tal vez sí sea así) aunque esta vez es porque las cosas no tienen una solución demasiado atractiva.  Trago saliva y engullo mis pequeños y grandes problemas, sin masticar, condenados a una indigestión final.

Me pregunto... ¿Es o debe ser así? Y no encuentro más respuesta que mi propio silencio.

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